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Aurelia from Entretejidos by Entretejidos

Tracklist
10.Aurelia9:25
Lyrics

Aurelia nació en el norte de España hace mucho mucho tiempo. Ese día de brillante y cálido sol, la luz se colaba por todas las ventanas y rendijas de aquella casa humilde. Su mirada nueva vio los rayos de sol apenas se abrieron sus ojos. La vida transcurrió como tantas en ese tiempo, y aunque buscaba siempre esa luz intensa que sintió en su nacimiento, todo se le hacía opaco y gris. Tanto, que pronto se olvidó de su llegada al mundo.
Sólo cada algún tiempo volvía a sentir una ráfaga de aquella luz de su nacimiento, cuando llegaba a su casa una tía de tierras de más al Norte, y Aurelia no podía dejar de contemplarla. Su ropa era colorida y dejaba asomar su escote, sus ojos brillaban como el fuego. En su bolso traía plantas, símbolos dorados, piedras de colores, cosas que no existían en su mundo, y pócimas mágicas que en secreto mostraba a su sobrina. Se quedaba unos días contando sus historias bajo el viejo Cedro, y luego se iba sin más, sin que supiera Aurelia cuando la vería otra vez. Y sus días de amatistas, turmalinas, malvas y soles volvían otra vez al opaco gris.
La última vez que la vio, su tía le regaló algo muy preciado. Brillaba como el mismo sol, era como un cuerno dorado. Sus manos siempre calientes le entregaron ese objeto, mientras al oído le decía, “puedes poner tus pedidos en la cornucopia en cada comienzo de año, pide y recibe. Que la magia acompañe tus días pequeña Aurelia, y los de todas tus descendientes. Pero no lo andes mostrando, pues no lo entenderán. Guárdalo como un preciado regalo”. Y dándole un beso en la frente se fue en aquella luna nueva, y ya nunca más la vió.
Cuando preguntaba Aurelia sobre su tía, la mirada era esquiva y las respuestas desordenadas. Todas terminaban en “olvídate de ella”. Y así se fueron las ráfagas de sol que llegaban en cada visita. Y su corazón perdió fuerza y luz. Eran tiempos duros, donde el hambre se asomaba detrás de los álamos y cipreses del lugar. Hasta que un día los padres anunciaron a los muchos hermanos que eran, que en unos días partirían en un barco a una nueva tierra, muy lejos, y allí se quedarían.
Aurelia preparó su bolso con las pocas ropas viejas que tenía, envolviendo con cuidado la cornupia de su tía bien escondida, como un preciado tesoro. Un sonido muy fuerte y el agua inmensa la esperaban. Subieron al barco despidiéndose de esa tierra para siempre. La gente se apilaba por todos lados empujando y hablando en lenguas extrañas. Madres gritando, llanto, despedidas. En los bolsos, junto a las pocas pertenencias, pedazos de esperanza.
Aurelia aferrada a su bolso, seguía de cerca a su familia, sintiendo el olor penetrante del mar. Así viajaron por más tiempo que dos lunas. El frío era intenso a veces, y otras veces una cálida brisa acariciaba el alma. Un día de otoño al fin, llegaron a la nueva tierra. El mar se quedó atrás.
Un verde pálido pintó sus días de crecer, de extrañar, de nuevos pájaros y árboles extraños… En el bolsillo había traído una semilla de aquel cedro viejo, qué plantó en su nuevo hogar. Ya tenía 13 años y sus ojos crecían sin luz. Sólo al comienzo del año, una esperanza verde brillante la hacía aletear.
Sacaba su cornupia escondida y escribía con pobre alfabeto sus pedidos, recordando a su tía que jamás volvió a ver, pero que guardó en su corazón para siempre. El cedro creció y ya muchacha, Aurelia cada año iba allí a hacer sus rezos, inventando rituales con piedras que encontraba, y plantas que recogía por ahí. Así cada año brillaba de esperanza y poder. El tiempo pasó. Mucho tiempo. Sus raíces crecieron con tenues brillos en esas nuevas tierras, escondiendo su belleza y su arte. Nacieron hijos, nietos y bisnietos. La cornucopia quedó como una decoración en la cómoda de una casa vieja, sin que nadie supiera para qué servía y qué secretos guardaba aún...
Así es que un día, nació otra Aurelia, descendiente de aquella niña, que lejos de saber nada de toda esta historia, recibió en herencia aquel cuerno de sus ancestros, que ya no brillaba por el paso de tanto tiempo. Pero algo adentro le decía que la guardara como un tesoro de sus raíces. Llevándola a su casa la limpió, le dio un buen lugar. Reconociendo a sus ancestros en su corazón, sintió su dolor...su valor… sintió el mar… la nueva tierra… la esperanza.
Un día, se sentó bajo otro gran Cedro con la cornupia, dispuesta a develar el secreto de ese preciado objeto. Luego de un rato, como en una visión, apareció frente a ella un hermoso pavo real abriendo su cola y desplegando la belleza dorada de sus plumas, rodeado de abuelas que con su mirada amorosa le sonreían.
Sus manos sostenían aquel antiguo objeto que relucía bajo el sol y como sabiendo lo que hacer, con toda su fuerza pidió al Universo, con la bendición de aquellas miradas: Brillar.

Credits
from Entretejidos, released June 24, 2025
Texto y narración: Gaby Piña
Rabeca: Angelo Primon
Música original: Angelo Primon
Voz tía: Lilah Jan
Viola caipira, percusión y coros: Lilah Jan
Calimba y clarinete: Mass Iann
LicenseAll rights reserved.
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