Julio Cortazar, en su libro “Historias de Cronopios y de Famas”,
imagina los Cronopios como criaturas ingenuas, idealistas, sensibles,
desordenadas y poco convencionales. Cuenta también que
tuvo la ocurrencia durante un concierto dado por Igor Stravinski.
El término acabó convirtiéndose en una especie de elogio, de
tratamiento honorífico.
Como curiosidad, el término Cronopio se ha utilizado para
denominar a un fósil del periodo Cretácico recientemente
descubierto en el sur de Argentina: el Cronopio Dentiacutus.